https://www.youtube.com/watch?v=XHbIUXS6SJE&t=1848s
«In memorian» adjuntamos enlace a una interesante entrevista realizada a Victoria Kent en sus últimos años, tras su regreso a España.
https://www.youtube.com/watch?v=XHbIUXS6SJE&t=1848s
«In memorian» adjuntamos enlace a una interesante entrevista realizada a Victoria Kent en sus últimos años, tras su regreso a España.
La presentación del anteproyecto de Aníbal Álvarez para una nueva cárcel de 120 celdas en 1840, marca el punto de salida de una serie de diseños para la construcción de las nuevas prisiones de la reforma penitenciaria española de la época. A partir de entonces se suceden planes, propuestas y anteproyectos.
Entre ellos destaca la Real Orden de 27 de abril de 1860 de Posada Herrera, que define el programa para la construcción de las cárceles de Provincia que, a pesar de su importancia, muestra ciertas vacilaciones sobre el tipo de establecimiento que desea la administración al plantear que podrá adoptarse la disposición panóptica, radial o mixta.
Tres años después la Real Orden de 6 de febrero de 1863 se acompañó del Programa para la construcción de las Cárceles y Prisiones celulares, profundizó mucho mas sobre el tema y recomendaba el sistema filadélfico. Pero el impulso definitivo para modernizar el sistema penitenciario se produce con la Ley de 8 de julio de 1876 para la construcción de la Cárcel Modelo de Madrid y el Real Decreto de 4 de octubre de 1877 que propone homogeneizar el patrimonio penitenciario «Mandando construir en cada pueblo cabeza de partido judicial y de manera expresa, una Junta denominada de Reforma de la cárcel o de las cárceles, si hubiese más de una en el distrito, a fin de proceder a la transformación de las actuales o construcción de otras nuevas arregladas al sistema celular»
Es entonces cuando se inicia realmente la construcción de las prisiones, levantándose la mayoría de ellas en el primer tercio del siglo XX. Por su singularidad merecen mención aparte las Colonias, Reformatorios y algunos Campos de Concentración de posguerra.
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PRESIDIO DE SAN MIGUEL DE LOS REYES
El Monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes se sitúa en el lugar que antiguamente se llamaba «Llano de San Bernardo», en el camino viejo de Barcelona. Sobre el lugar que, en siglo XI, se había levantado una alquería musulmana conocida con el nombre de «Rascanya» se erigió posteriormente la abadía cisterciense de Sant Bernat de Rascanya cuyas obras comenzaron en 1.384.ave, abovedada, cinco capillas a cada lado y claustro de dos pisos.
Por disposición testamentaria la virreina de Valencia doña Germana de Foix dispone ser enterrada junto a su marido en el monasterio y que este sea regido por la Orden de San Jerónimo. Su tercer marido D. Fernando de Aragón, duque de Calabria, ordenó levantar en aquel lugar un nuevo monasterio bajo la advocación de San Miguel para cumplir la última voluntad de su esposa.
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Desde sus orígenes hasta fechas posteriores a la guerra civil, San Marcos ha tenido en varias ocasiones vinculación con el mundo penitenciario. Allí penó D. Francisco de Quevedo y Villegas sus últimos años por sus críticas al Conde Duque de Olivares; se destinó a hospital de de presos en la última década del s. XIX y a campo de concentración en los primeros años del régimen franquista.
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En en siglo XIX en España la Arquitectura Penitenciaria se puso de moda, se hablaba en el parlamento, en los ateneos, en círculos culturales y asociaciones de beneficencia. Se desarrollaron interesantes propuestas sobre el papel, pero realmente, hasta los últimos decenios, solamente se inició una construcción interesante de nueva planta: el presidio de Valladolid, conocido como «el octógono», Dicha construcción no llegaría a alojar ningún presidiario, ya que fue rechazada por el inspector general de presidios, coronel Montesinos.
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Cuenta la tradición popular, aplaudida por Azorín, en Argamasilla de Alba, desde fechas próximas a la muerte de Miguel de Cervantes, que éste sufrió allí cárcel por orden del marqués don Rodrigo de Pacheco, hidalgo ·demente”, quién habría pedido prestada la cueva de su bodega a su amigo el alcalde Medrano para escarmentar al escritor y a su vez pudo servir de inspiración para la figura de don Quijote.
¿El motivo?: Bien la presión ejercida por Miguel sobre el aristócrata en su afán recaudatorio, bien una posible estafa al quedarse parte de la recaudación o bien por un asunto de faldas con la sobrina de Don Rodrigo a la que después de un requiebro amoroso, habría tratado con desprecio. Alguna de estas razones, o todas ellas juntas, serían el pretexto del marqués para encerrar a Cervantes.
El escarmiento habría sido de tal magnitud que explicaría las primeras palabras de su obra maestra: “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme,…”
La Casa de Medrano era un caserón manchego, con un gran patio, desde el que se daba acceso, a través de una escalera a una dependencia situada bajo parte de la edificación. Al final de la escalera se encuentra la puerta de acceso a este sótano. Otra escalera, adosada a la pared opuesta de forma transversal, sugiere una circulación que divide el alargado local en dos partes de dimensiones similares, mas proporcionadas. Desde esta última se puede descender a una sala de planta rectangular, alargada, excavada en el terreno donde una columna parece servir de soporte al muro de la fachada situado sobre ella. Al fondo de esta sala, a la derecha, una vez sobrepasada la comuna, nace un pasillo que dispone de seis nichos en sus lados.
Este tipo de construcción fue muy habitual en las tierras manchegas para conservar el vino de las cosechas. La profundidad del segundo sótano permite mantener una temperatura bastante homogénea durante todo el año, ya que los más de tres metros de terreno que existe sobre su techo permiten un gran aislamiento. La ventilación que se realiza por medio de unas pequeñas chimeneas que asoman a la calle en el zócalo del edificio, facilitan la renovación del aire y evita la formación de condensaciones.
Pero esta disposición no difiere mucho de algunas cárceles de épocas anteriores, ya que el primer sótano puede servir para alojamiento de un retén de guardia que custodia a presos encerrados en el segundo nivel, que no pueden salir de su encierro sin pasar delante de sus vigilantes, organización espacial que recuerda la cárcel Mamertina de Roma y su Tullanium. Si a esto se añaden los grillos y cadenas, que se utilizaban en aquella época, la huida se antoja bastante complicada.
La casa, propiedad original de la familia Medrano, fue adquirida en 1862 por el infante Gabriel de Borbón, para fines culturales. Un año después el editor Manuel Rivadeneyra trasladó aquí parte de su imprenta para editar su célebre Quijote de 1863, con prólogo de Eugenio Hartzenbusch, defensor de la teoría de la estancia de Cervantes en su prisión.
En la celebración del tercer centenario del Quijote, en 1905, hombres ilustres de la talla de Aazorín visitarón el lugar para rendir homenaje al escritor.
Un devastador incendio ocurrido también en 1.905 dejó casi en ruinas la construcción, si bien no afectó a la planta baja ni a los sótanos, que permanecieron casi intactos. Su gran patio se utilizó en otras épocas como corral de comedias. Adquirida por el Ayuntamiento en 1970, el inmueble es declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumento, por Decreto 3147/1972 de 26 de octubre, publicado en el BOE el día 16 de noviembre del mismo año. La casa fue restaurada y ampliada recuperando su segunda planta en 1.990 y, a su vez transformada en Centro Cultural y punto de información turística, con la fachada de la primera planta tratada con otros materiales, de forma deliberada, al objeto de diferenciar la antigua construcción de la nueva.
El pintor de Valdepeñas Gregorio Prieto creó en este lugar, en 1968 la Fundación que lleva su nombre y legó 17 obras al pueblo de Argamasilla, que constituyen la exposición permanente del Centro Cultural.
En 2015 la Real Academia Española, celebra allí un pleno extraordinario, con motivo del cuarto centenario de la Segunda parte del Quijote.
Francisco del Castillo, el mozo, fue un arquitecto nacido en Jaén en 1.528, hijo del también arquitecto Francisco del Castillo, el Viejo. A los diecisiete años es enviado por su padre, para formarse en la profesión, a Italia, durante nueve años, colaborando durante tres de ellos con el maestro Vignola en la construcción de Villa Giulia en Roma.
De regreso a España, se instala en Martos (Jaén), ciudad cuyos orígenes se remontan a la prehistoria y colonizada por los romanos que le dieron el título de recibe el encargo de proyectar y construir la Casa del Cabildo y Cárcel de «Colonia Augusta Gemella Tuccitana» . Allí recibe el encargo de proyectar y construir la «Casa del Cabildo y Cárcel» de la ciudad.
Fiel a la tradición renacentista de recuperar los restos de monumentos antiguos, decora el zócalo del edificio con lápidas procedentes de uno de antiguos los cementerios de la villa. El lapidario se conserva aún, y se exhibe públicamente en la fachada del edificio, hoy Casa Consistorial del Ilustrísimo Ayuntamiento de Martos.