Desde sus orígenes hasta fechas posteriores a la guerra civil, San Marcos ha tenido en varias ocasiones vinculación con el mundo penitenciario. Allí penó D. Francisco de Quevedo y Villegas sus últimos años por sus críticas al Conde Duque de Olivares; se destinó a hospital de de presos en la última década del s. XIX y a campo de concentración en los primeros años del régimen franquista.
En en siglo XIX en España la Arquitectura Penitenciaria se puso de moda, se hablaba en el parlamento, en los ateneos, en círculos culturales y asociaciones de beneficencia. Se desarrollaron interesantes propuestas sobre el papel, pero realmente, hasta los últimos decenios, solamente se inició una construcción interesante de nueva planta: el presidio de Valladolid, conocido como «el octógono», Dicha construcción no llegaría a alojar ningún presidiario, ya que fue rechazada por el inspector general de presidios, coronel Montesinos.
Cuenta la tradición popular, aplaudida por Azorín, en Argamasilla de Alba, desde fechas próximas a la muerte de Miguel de Cervantes, que éste sufrió allí cárcel por orden del marqués don Rodrigo de Pacheco, hidalgo ·demente”, quién habría pedido prestada la cueva de su bodega a su amigo el alcalde Medrano para escarmentar al escritor y a su vez pudo servir de inspiración para la figura de don Quijote.
¿El
motivo?: Bien la presión ejercida por Miguel sobre el aristócrata en su afán
recaudatorio, bien una posible estafa al quedarse parte de la recaudación o
bien por un asunto de faldas con la sobrina de Don Rodrigo a la que después de un
requiebro amoroso, habría tratado con desprecio. Alguna de estas razones, o
todas ellas juntas, serían el pretexto del marqués para encerrar a Cervantes.
El
escarmiento habría sido de tal magnitud que explicaría las primeras palabras de
su obra maestra: “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero
acordarme,…”
La
Casa de Medrano era un caserón manchego, con un gran patio, desde el que se
daba acceso, a través de una escalera a una dependencia situada bajo parte de
la edificación. Al final de la escalera se encuentra la puerta de acceso a este
sótano. Otra escalera, adosada a la pared opuesta de forma transversal, sugiere
una circulación que divide el alargado local en dos partes de dimensiones
similares, mas proporcionadas. Desde esta última se puede descender a una sala
de planta rectangular, alargada, excavada en el terreno donde una columna
parece servir de soporte al muro de la fachada situado sobre ella. Al fondo de
esta sala, a la derecha, una vez sobrepasada la comuna, nace un pasillo que
dispone de seis nichos en sus lados.
Este
tipo de construcción fue muy habitual en las tierras manchegas para conservar
el vino de las cosechas. La profundidad del segundo sótano permite mantener una
temperatura bastante homogénea durante todo el año, ya que los más de tres
metros de terreno que existe sobre su techo permiten un gran aislamiento. La
ventilación que se realiza por medio de unas pequeñas chimeneas que asoman a la
calle en el zócalo del edificio, facilitan la renovación del aire y evita la formación de condensaciones.
Pero
esta disposición no difiere mucho de algunas cárceles de épocas anteriores, ya
que el primer sótano puede servir para alojamiento de un retén de guardia
que custodia a presos encerrados en el
segundo nivel, que no pueden salir de su encierro sin pasar delante de sus
vigilantes, organización espacial que recuerda la cárcel Mamertina de Roma y su
Tullanium. Si a esto se añaden los grillos y cadenas, que se utilizaban en
aquella época, la huida se antoja bastante complicada.
La casa, propiedad original de la
familia Medrano, fue adquirida en 1862 por el infante Gabriel de Borbón, para
fines culturales. Un año después el editor Manuel Rivadeneyra trasladó aquí
parte de su imprenta para editar su célebre Quijote de 1863, con prólogo de
Eugenio Hartzenbusch, defensor de la teoría de la estancia de Cervantes en su
prisión.
En
la celebración del tercer centenario del Quijote, en 1905, hombres ilustres de
la talla de Aazorín visitarón el lugar para rendir homenaje al escritor.
Un
devastador incendio ocurrido también en 1.905 dejó casi en ruinas la
construcción, si bien no afectó a la planta baja ni a los sótanos, que
permanecieron casi intactos. Su gran patio se utilizó en otras épocas como
corral de comedias. Adquirida por el Ayuntamiento en 1970, el inmueble es
declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumento, por Decreto 3147/1972
de 26 de octubre, publicado en el BOE el día 16 de noviembre del mismo año. La
casa fue restaurada y ampliada recuperando su segunda planta en 1.990 y, a su
vez transformada en Centro Cultural y punto de información turística, con la
fachada de la primera planta tratada con otros materiales, de forma deliberada,
al objeto de diferenciar la antigua construcción de la nueva.
El
pintor de Valdepeñas Gregorio Prieto creó en este lugar, en 1968 la Fundación
que lleva su nombre y legó 17 obras al pueblo de Argamasilla, que constituyen
la exposición permanente del Centro Cultural.
En
2015 la Real Academia Española, celebra allí un pleno extraordinario, con
motivo del cuarto centenario de la Segunda parte del Quijote.
Francisco del Castillo, el mozo, fue un arquitecto nacido en Jaén en 1.528, hijo del también arquitecto Francisco del Castillo, el Viejo. A los diecisiete años es enviado por su padre, para formarse en la profesión, a Italia, durante nueve años, colaborando durante tres de ellos con el maestro Vignola en la construcción de Villa Giulia en Roma.
De regreso a España, se instala en Martos (Jaén), ciudad cuyos orígenes se remontan a la prehistoria y colonizada por los romanos que le dieron el título de recibe el encargo de proyectar y construir la Casa del Cabildo y Cárcel de«Colonia Augusta Gemella Tuccitana». Allí recibeel encargo de proyectar y construir la «Casa del Cabildo y Cárcel» de la ciudad.
Fiel a la tradición renacentista de recuperar los restos de monumentos antiguos, decora el zócalo del edificio con lápidas procedentes de uno de antiguos los cementerios de la villa. El lapidario se conserva aún, y se exhibe públicamente en la fachada del edificio, hoy Casa Consistorial del Ilustrísimo Ayuntamiento de Martos.
Desde tiempos muy lejanos el poder ha sentido la necesidad de apartar a algunos ciudadanos para retenerlos bajo custodia, forzarles al pago de deudas o simplemente para castigarles.
Para este fin han servido cualquier tipo de construcciones, desde la simple atadura a un árbol o tronco, hasta cuevas, alcantarillas, barcos, casas o edificaciones levantadas al efecto.
La cárcel, cuyos orígenes se pierden en la historia, es el edificio diseñado para retener y custodiar a detenidos para la práctica de diligencias o a presos con anterioridad a una sentencia condenatoria firme.
Con la edad moderna las condenas a castigos físicos o mutilaciones dan paso a un utilitarismo punitivo, el cumplimiento de sentencias a trabajos forzados en galeras, minas y posteriormente arsenales y obras públicas, precisa construcciones de apoyo para la custodia y descanso de los condenados utilizándose a tal fin las propias galeras y los presidios.
En los comienzos de la edad contemporánea los métodos anteriores entran en crisis y se generaliza la prisión como condena y con ella nacen distintos sistemas que crean sus propias arquitecturas que sirven de soporte para desarrollar las diferentes filosofías penitenciarias. Inicialmente las condenas se conciben como pena o castigo y se procura el arrepentimiento del condenado mediante la penitencia y redención. Las arquitecturas diseñadas para estos fines se conocen con los nombres de penitenciarias, prisiones, penales, correccionales…
La evolución de los primitivos sistemas penitenciarios hacia las modernas teorías de rehabilitación y reinserción social condiciona la evolución de las necesidades de las administraciones penitenciarias hacia programas arquitectónicos mucho mas complejos y especializados.